13 de desembre del 2025

El Moianès: prados, campos, pastizales y arbolados

Dedico este largo capítulo, con ilusión, a Garbiñe Goldaracena.

Se trata de un acopio de notas, más extenso de lo primeramente deseado, para ilustrar lo fundamental, a mi modo de ver, del paisaje de la comarca del Moianès, aún sin desconocer que, en realidad, no hay comarca que sea una unidad natural.
A guisa de cancel. La comarca del Moianès és una plataforma sedimentaria un poco elevada, situada en torno de los 700-800 m de altitud.
El paisaje de la comarca, de vocación mixta, es bastante característico. Es una combinación pintoresca de arbolados y campos.
Son pastos herbáceos, campos de cereales y pastizales con matorrales y bosquetes. Forman lo que se suele llamar un paisaje en mosaico.

Paisaje en mosaico. Este tipo de paisaje se suele denominar con el galicismo bocage. Se vierte al catalán con el término boscatge, pero creo que son, todos ellos, términos cultos, de raigambre doméstica. Desconozco si en el castellano hay una voz para el paisaje en tesela. Debe de haberla. Creo que el fraginal de Aragón es un mosaico de prados y fresnos -fragines.

Los dominios de Pere Montserrat. El recordado ecofitólogo representó un esquema (1998) con tres dominios, asociados a los niveles de las vertientes: el natural, de las alturas y cumbres; el ganadero, mixto, de prados, pastos y cultivos; y el de los cultivos, de los llanos bajos, nuestro estrato.
El dominio del Moianès es el ganadero, pero también silvopecuario -en realidad, la saca de madera se hace, sobre todo, para mantener los pastizales. Dominio muy mixto, pues.

Baldío. Abundan los campos con hierbas espontáneas, que no han sido cultivados en la temporada del año o incluso en más de una temporada.

Con la actividad microbiana de las raíces, a menudo de raigambre somera, las hierbas campestres aportan de nuevo nutrientes a los campos. 
Además, las flores de rabanizas, jaramagos y demás hierbas procuran alimento a los insectos polinizadores.

Alfalfa. Los campos de alfalfa son prados de siega que pueden soportar unas cuantas cortas. El alfalfa tiene una raiz pivotante y penetrante.
Necesita tierras profundas y algo mullidas, como lo son las cercanas a sotos y vaguadas, con acúmulos de coluviones -material de remoción de vertiente- y sin niveles de lastras a poca profundidad, que podrían comprometer la permeabilidad que necesita la leguminosa.

Los suelos pedregosos no son muy buenos para el alfalfa.

Las cortas sucesivas van agotando la capacidad de rebrote del alfalfa y se va reduciendo su implantación, al tiempo que los claros se cubren de jaramagos y otras hierbas anuales.

En las cercanías de los lugares en donde descansa el ganado lanar -rediles-, el prado es muy raso, somero, con multitud de hierbecillas encamadas, que tienen las hojas pegadas al suelo, bien adaptadas al pisoteo pertinaz.

En estos prados las hierbas deben de soportar el excesivo aporte, en el suelo, de los excrementos del ganado.

El enebro. Es uno de les elementos genuinos de estos paisajes. Se encuentra en los bosques, pero sobre todo en los claros, en donde a menudo llega formar pequeños bosquetes o enebrales.

Los árboles llevan multitud de señales, de las cortas de los forestales y, muy especialmente, el despellejado provocado por la mordedura del ganado, sobre todo en las partes bajas de los troncos.

Peligro del descortezado. El ganado y la fauna silvestre, muy ávidos de la sabrosa savia, a menudo roen y descortezan los árboles.
Las calvas pueden enmohecerse, cuando en ellas se duerme el agua, y ser fuente de enfermedades que merman la vitalidad de los árboles.

Corticarse. Pero cuando el árbol reacciona bien, las calvas vuelven a corticarse –cat. pellar-, como puede verse en esa imagen del bastón.

Cuidados descuidados. En ello ponían mucho cuidado, en otros tiempos, los leñadores. Ellos se jugaban su pasto.
Las cortas se hacían en savia dormida, en invierno. Se procuraba que la corta de las ramas fuera limpia y hecha de modo que el corte, luego, no retenga el agua y no se encarnize, con ella, la podedumbre.
Buena parte de ese conocimiento, propio de personas que conocían bien el bosque y trabajaban a brazo, a diario, con el tronzador y el hacha pequeña, se ha perdido completamente.

Rocío. A primera hora de la mañana cae, poco a poco, casi silencioso, el goteo del agua que la niebla y el rocío han dejado en las ramas y hojas de los árboles.

Lluvia horizontal. Es un fenómeno normal, en las noches de otoño e invierno, si no sopla el viento.
Es un riego regular y persistente, muy importante en el modelado del paisaje y la vida de las dehesas, prados y arbolados.
El baño debido a la niebla caladora se denomina, a menudo, como lluvia horizontal.

Las aliagas, a menudo abundantes y dominantes, son otro sello característico de claros y matorrales.

En las primeras horas de la mañana el tapiz de las hierbas es discolor: mientras las de los campos, cubiertas de la escarcha que el sol soslayado todavía no puede fundir, blanquean y refulgen, las de los lastones de los arbolados, puestas al reparo de copas y ramas, ya exhiben, en cambio, un verdor luminoso y intenso.

Plantas vulnerantes. En las zonas pastoreadas de antiguo se va imponiendo un estilo en el paisaje: abundan, sobre todo entre el campo abierto y los arbolados, las plantas pinchudas y espinosas, que el ganado no toca o solo mordisquea ligeramente, en especial cuando muestra la terneza de brotes y renuevos.

Orla espinosa. Es un rasgo constante del paisaje. En las lindes de campos, arbolados y caminos se forman espinares, matorrales altos de arbustos espinosos, espinos, endrinos, enebros, majuelos, rosales, piruétanos y zarzas.

De la família de la rosa. Salvo el espino de tintes -Rhamnus- y algún otro, como el enebro, la madreselva o la hiedra, los arbustos de las orlas espinosas pertenecen a la familia de la rosa -Rosaceae.
Mención destacada merecen, a mi modo de ver, los arbolillos que dan fruto en pomo, es decir, piruétanos espinosos, serbales, manzanos silvestres y, muy ocasionalmente, algún nispolero, el viejo níspero de fruto coronado que, a pesar de su filiación nominal: germanica, no sería natural ni de Germania ni de Iberia.

Frutos con molla. El majuelo da las majuelas -foto, cat. cirereta de pastor-, frutos drupáceos, dulzainos; el piruétano da las peras mosqueruelas -cat. perelló-, fruto carnoso en pomo; el espino de tintes da unos frutillos negros, también pulposos; el endrino da la endrina o arañón, otro fruto drupáceo; el rosal da escaramujos -cat. gavarra-, también algo pulposos; las zarzas dan las moras, jugosas y sabrosas; el serbal da la serba -cat. serva-, otro fruto carnoso en pomo; la hiedra da unos frutos negros del tipo baya; dan bayas rojas cerecillos y madreselvas; drupas encarnadas o negruzcas dan los cerecillos de Santa Lucía -perfilo este texto en el día de la santa. En fin, el enebro da las enebrinas -cat. ginebrina- o bolillos, también algo pulposos y muy aromáticos.

Frutos y fauna silvestre. Todas esas frutas son comidas por los animales, de pelo y de vuelo, y luego sus huesos y semillas son diseminados por ellos.

El avifauna. Mención especial merece el avifauna. Ellos, los pájaros, son en gran medida responsables del alineado de espinares y zarzales.
Al encaramarse en las ramas de árboles y arbustos, para comer la fruta, luego de recogerla de las plantas o del suelo, van desechando, por ambas puertas de sus palpitantes calderillas, huesos y semillas.
Las aves, con su recelo a permanecer en terreno descubierto, se cuidan de la sembradura de los arbustos, construyendo con denuedo la orla espinosa, entre caminos, campos y arbolados.

Enebros, majuelos y otros espinos prefieren el terreno abierto y luminoso.

La tierra campa
, empapada, casi a diario, por el agua del relente, se mantiene mollar. Este agua mantiene vivas, en otoño e invierno, las yemas de las hierbas.
Observad, a la derecha, el denso ramaje de la orla espinosa, refugio socorrido de totovías, bisbitas, cerricas, pinzones, verdecillos, jilgueros y escribanos.

Mientras la hierbas de los campos parece envueltas de silencio, la totovia vuelve a cantar, como siempre, en vuelo.
Este ave canta durante todo el año, algo para mi bastante sorprendente. Este ave sería, para mí, el verdadero philomelos, más merecedor de ese nombre que el que lo tiene asignado, el zorzal, que canta, ya se sabe, con el empeño glandular, que vuelve a renacer, un poco, en otoño.
Ese canto y su vuelo son muy hermosos. El ave revolotea haciendo círculos, a bastante altura, mientras va cantando, dibujando en el aire, por así decir, la amplitud de su terreno de pasto.

Piruétano espinoso completamente cubierto de hiedra.
Sorprende ver que todavía haya quien cree y hasta defiende que la hiedra no perjudica a los árboles.

Frutos arracimados de la hiedra, al modo de bayas -bacciformes. Es una liana muy trepadora y vigorosa, que, además, ha fijado vínculos muy fuertes con los insectos y las aves.
Para mi no habría ningún reparo en considerar como muy agresivas a algunas plantas, tales como ortigas, zarzas y hiedras -también pondría el haya en la lista-, pero actualmente se tiende a creer que las plantas solo poseen bondadosos atributos; y encima, los otros atributos, los malos, solemos reservarlos solo para las traídas de otros lugares.

Piruétano espinoso. Si por ahora hemos visto, como elementos del paisaje merecedores de ser destacados, los baldíos, la tierra campa, el enebro, la aliaga, las orlas de espinos y la hiedra, también merece un puesto, muy destacado, el piruétano espinoso, especie de peral silvestre que dudo, además, que pueda alcanzar, en alguna otra región, una presencia tan constante y regular como la que aquí tiene, el sector central de la comarca del Moianès.
Como atributos se pueden mencionar: las peras mosqueruelas, muy rondadas por animales de pelo y de vuelo; el haberse utilizado com patrón de injerto de frutales;  el vigoroso desarrollo del aparato espinoso.

Los piruétanos tienen el ramaje nudoso, costroso i tortuoso, de rigidez muy tenaz y aspecto añejo.
Las peras mosqueruelas del piruétano caen al suelo al madurar, de setiembre a noviembre. Si estas se mantienen en rama será, supongo, por no haber madurado convenientmente; si fueran apetecibles darían sobrada cuenta de ellas las aves, garduñas y zorros.

Las peras mosqueruelas -cat. perelló- del piruétano espinoso, maduras en agosto o setiembre, parecen ser muy apetecido pasto del cerdoso.
He visto piruétanos cargadísimos de peras que, en cosa de un día y una noche o muy poco más, de pronto se ven completamente desnudos, sin un solo fruto, pero no solo en copa, sinó tampoco en el suelo.
Asombroso. Supongo que los jabalíes no se dejan ni una, aunque una noche da para que circule todo el catálogo, tejones, zorros, corzos...
No hay tradición de comerlas. Son acerbas, pero con un hervor se tornan buenas. Muy indicadas para asados y platos enjundiosos de otoño.

Escribió Xavier Font, al principio del trabajo de su tesis doctoral (1993), sobre los pastos pirenaicos secos: "Tenemos por prados a las formaciones vegetales heliófilas dominadas por especies herbáceas hemicriptofíticas".
Los hemicriptófitos son herbáceas que tienen las hojas a ras de suelo, salvo cuando sacan el ramo de flores.
En este prado de diente de la foto, pastizal de soto que comparten el ganado ovino y los corzos, destaca mucho la presencia dominante de un llantén, sometido a rozas repetidas, presencia que acredita la frescura del terreno.

Dos estilos: de temporada o plurianual. Allí en donde todavía imperan los rasgos climáticos propios del área mediterránea, abundan más las plantas del primer estilo, llamadas anuales; porque las plurianuales, más abundantes en el piso montano, suelen tener raíces y cepas algo gruesas, y las plantas con esos órganos no pueden vivir cuando el período estival es demasiado seco.

El Moianès, como territorio de frontera que es, tiene pastos frescos de herbáceas vivaces, como el del llantén de la foto, junto a otros más pobres, con algunas o muchas hierbas anuales.

Campo de cereal, a principios de octubre.

Sorpresa. Cuando todo parece agostado y enjuto, salvo las briznas de las primeras hojas del cereal, que, atravesadas por la primera luz del albor, tiernamente relampaguean, aparece un campo sorprendente, de verdor encendida y reluciente. Veámoslo.

Campo de ballico Lolium multiflorum, a mediados de octubre.
Dedicaré a este campo, por excepción, algo más de espacio. Es un pasto de diente, de otoño. Se siembra mucho antes que el cereal, a finales de agosto, creo.

Campo de ray-grass italiano -ballico. El verdor y la brillantez de este campo me sorprendió mucho, sobre todo por comparación con los de cereal, todavía muy incipientes y ralos. Y más aún con los simplemente labrados y las resecas barbecheras.

Hay diferentes especies y variedades de ray-grass Lolium pp., hierbas forrajeras muy apreciadas y difundidas, vigorosas, productivas y rústicas. El ray-grass italiano -cat. raigràs italià- empezó a implantarse modernamente, en los años 60. Destaca mucho por la brillantez de las hojas, muy atractiva.

Lo expongo por apartados, al objeto de favorecer la ingestibilidad y la digestibilidad del pasto.

Siembra tempranera. Se trataría de aprovechar ‘la ventana’ de finales de verano y principio de otoño. La siembra tempranera permite disponer de pasto antes del invierno, en octubre.

Siembra en sazón.  Si hay siembra en secano y en riego, la más natural sería la que dicta la misma palabra, satio. En la segunda mitad de agosto y principios de setiembre vuelve el rocío nocturno a campos y pastizales. De nuevo el tempero se ampara de la tierra. La tierra mollar favorece la sementera y la germinación del grano.

El pasto de ballico está cercado. Es un pasto verde, de siembra. En primer término, campo de cereal, muy diferente, hierba de siega en grano, que se recoge en seco, al final del ciclo vital.

Pacer la hoja tierna.  El ballico germina bien y crece rápido. El ganado vacuno es pesado. Se roza la hierba tierna, en estado de hoja. Tiene en ese estado mucho valor nutritivo. Además, la hierba de mayor altura saldría, con el pisoteo, muy perjudicada y desaprovechada.

La primera roza. Dura poco. A finales de noviembre ya se retiran las vacas, dejando la hierba a cierta altura, no muy recortada.

“La oveja aprovecha el pasto casi a ras de suelo como el caballo, pero el vacuno deja hierba en el pasto.”
Pere Montserrat

En diciembre se retiran las vacas del pasto verde de ballico y se hace una pasada con la segadora reglada.

Muy pronto llegará el primer frio, que puede mermar la vitalidad del ballico. Algunas hojas se pueden secar. Una vez retiradas las vacas, se pasa la segadora reglada a altura. Se reparten las boñigas y con la corta de altura se regularizan las hierbas y se fomenta el ahijado, la implantación y el amacollado -el ballico hace césped.

Es la preparación para la temporada de invierno, cuando la escarcha nocturna mantiene las hierbas medio adormecidas. En tierras más cálidas se aprovecha también el pasto de invierno.

El complemento del pastizal de dehesa. He leído que, una vez hecha la roza del campo de ballico, las vacas pueden aprovechar mejor el pastizal natural de la dehesa de rebollos, como dieta de complemento.

Ese es el rotundo manejo propio de las dehesas, una especie de sistema silvopecuario circular.

¿Sueño de invierno? ¿Qué ocurre luego? El aprovechamiento del ray-grass tiene diferentes posibilidades y variado manejo. El visto aquí es el pasto de roza, a diente. Pero en muchos sitios se utiliza como pradera de siega o forraje verde. Algunas variedades, por ejemplo el L. perenne -ray-grass inglés, cat. margall-, se resiembran solas muy bien y soportan sucesivas cortas, hasta 4 o más.

Creo que el ray-grass italiano de este campo permanece, en invierno, en estado folioso y de ahijado. Luego, en primavera, tal vez reciba alguna enmienda y finalmente puede que se siegue, en verde e innovado -parece que en caña y grano pierde mucho valor-, si no es que entonces vuelven a entrar las vacas.

El invierno es tiempo de introspección, también para la hierba. El hemicriptófito engorda su cepa. La pequeña hierba anual cría sus yemas, en oscuro resguardo.

Al límite de lo natural. El Moianès es una comarca del piso submontano. En realidad, no pertenece al dominio ganadero, de Pere Montserrat. El desarrollo de la ganadería vacuna intensiva lo permiten los campos forrajeros cercados.

Así se ha llevado, el ganado vacuno, tanto de leche como de vientre, hasta tierras, casi áridas, del interior.
Pude verlo por la Segarra, en los Plans de Sió. Altos pastizales de ballico, a todo riego; ¡y trajín de camiones con terneras y vacas, por tierras barbecheras! Un disparate más.

La dehesa de rebollos es un pastizal arbolado, con robles pubescentes que se cortaron a ras de suelo -apeo-, consiguiendo formar montes bajos con intervenciones periódicas -resalveo- de mejora, para rectificar la tendencia de los rebollos a la mala vitalidad y la falta de regeneración por la escasez del aporte de semillas -a menudo los rebollos no fructifican o lo hacen solo cuando se mantiene un tiempo el resalveo de mejora.
El pastoreo aporta fertilización a la dehesa y control de los rebrotes de cepa.
Por esta zona se dejaban, por lo que llevo observado, entre 1 y 4 resalvos por pie.

Otro ejemplo de orla espinosa, entre campos. El mantenimiento de los árboles en las lindes es importante para favorecer la dispersión de semillas -los árboles aislados son más fructíferos- y la siembra, por las aves, de los arbustos de la orla espinosa.

El virus exterminador. Día a dia ese virus se va extendiendo, por doquier. Hace unos mesos hubo un incendio por campos de cereales de la Segarra. Un señor se quejaba de las restricciones que no les permiten cortar los arbustos y árboles de las orlas de los campos, como si esas cortas fueran la solución de ese problema.
Creo que es importante que seamos conscientes que se está divulgando la idea aberrante que la flora y la fauna nos perjudican, a nosotros, los verdaderos portadores del virus exterminador.

Monte bajo -cat. bosc menut- en dehesa o pastizal arbolado de roble pubescente.
A menudo se dejaba solo uno o dos fustales por cepa, lo que puede favorecer la tendencia a formar monte medio adehesado.
En primer término, campo de ballico, tras la primera roza, por vacuno, y el posterior peinado, para promover el ahijado de invierno.

Islote arbolado, en medio de un campo. Uno puede preguntarse sobre el motivo de mantener un islote así, pero es un remanente residual, que se va recortando y reduciendo con las labores. La maquinaria rectifica y modela la topografia. 

Pasa bastante tiempo, entre la siembra de los primeros campos y los más tardíos. En diciembre se preparan todavía algunas tierras.

En la zona hay unos niveles de rocas muy características, las margas, combinación de calizas y arcillas. Dan suelos polvorientos, de poca permeabilidad, que se bañan fácilmente, con la humedad del relente, propiciando la presencia de someros tapices de musgos, como el de la foto.

El monte bajo de resalveo puede degradarse fácilmente, si se descuidan las intervenciones periódicas de mejora. El ganado puede encarnizarse en los resalvos tiernos. Las yemas son recomidas y los fustales crecen retorcidos y con poco vigor.

Los pastizales arbolados, de pequeños y magros robles pubescentes, esparcidos de modo irregular, son un sello de la región.

¿Qué les ha pasado a los enebros? Por doquier se ven enebros esqueléticos, muertos, completamente desollados -no dispongo ahora de ninguna imagen. Los hongos patógenos, a menudo mortales, se encarnizan en las plantas débiles. ¿Qué incidencias podrían haber debilitado a los enebros? Se me ocurren dos, posiblemente actuando combinadamente: las heridas en la corteza -descorticado- provocadas por el ganado y la sequía severa de hace un par de años, pero largamente arrastrada, ya desde principios de la década.

El botánico Emili Laguna, junto a otros de la universidad y de organismos de protección de la naturaleza de Valencia, publicaron, hace unos 20 años, un artículo sobre la anormal mortalidad de enebros en sitios como el Racó d’Ademús y Penyagolosa. En el estudio se relacionan, especificados, algunos hongos que provocaron esa mortalidad anormal. En el Moianès habría pasado algo parecido, creo, pero no sé cuándo ocurrió.

Matorral -cat. brolla- de iniesta cenicienta, poco frecuente.

Tomillar i matorral de iniesta cenicienta. El tomillar es muy común, en espacios abiertos muy degradados.

En los espacios abiertos de las umbrías el suelo se cubre de tapices de musgos y líquenes en forma de matilla, de colores argentinos, de pulpa de aguacate, de heces de ganso, etc.
Estos tapices higroscópicos son de gran importancia, para la protección y estabilización del suelo.

Pie de pino albar y, tras él, escondido, un manzano silvestre europeo, integrante habitual del bosque de roble pubescente y sus orlas.

En la naturaleza abundan los cabos sueltos. Si las peras mosqueruelas desaparecen tan rápidamente, ¿por qué las manzanas caídas permanecen tanto tiempo en el suelo? Y son frutos parecidos...

Las hojas del manzano silvestre son grandes, de algo menos de un palmo.

El enebro echa nuevos brotes después del verano. Las hojas de los enebros tienen en el haz una franja clara, ancha, con minúsculos poros que exsudan cera y resina.

Hay enebros masculinos y enebros femeninos -dioecia. El de la foto es un pie muy fructífero. Las enebrinas se han utilizado para aromatizar asados y guisos.

En algunas regiones se recolectaban los bolillos -enebrinas- y se vendían a exportadores que comerciaban con fabricantes de ginebra de Inglaterra.
No parece normal esa fructificación, tan densa y copiosa -¿prolificación morbosa?.

El color verde-azulado de las hojas del pino albar es muy bonito.
El agua del relente puntualiza, con mayor pulcritud que la del joyero, el margen denticulado de las hojas del pino.

Baldío de jaramagos con las últimas tandas de vainillas semilleras, prendidas todavía en las matillas secas.

Vainilla de jaramago con grano, importante fuente de alimentación para las poblaciones de invernada del avifauna de pico multiuso y pico grueso, como bisbitas, totovías, gorriones, verdecillos, pinzones y escribanos soteños, llegados, estos últimos, en trashumancia hivernal, esos flujos que traen aves de zonas altas y regiones septentrionales.

Los zarzales son dormitorio de mirlos, zorzales, cerricas y currucas.

Heridas que no cicatrizan. Suele pasar en las margas; son fenómenos de erosión extrema, que a menudo se originan por accidente. Es un problema de consolidación. Se combinan varias dificultades: las arcillas tienen una compacidad que dificulta el enraizado de las plantas; al faltar la infiltración, el carbonato de remoción y exsudación tapona los poros del suelo; y luego hay desapego, el agua corriente labra la tierra y la arrastra. La marga es, expuesta a los agentes ambientales, una roca muy frágil.

En sotos y riberas son muchos los árboles cubiertos por la hiedra. En los suelos húmedos y frescos la serpenteante hiedra sube todavía con mayor vigor.
La hiedra es una expulsada del bosque, por el consuetudinario aprovechamiento silvopecuario.

Resumen. En la comarca hay todavía bastantes fincas rústicas activas, en buena parte por haberse mantenido la propiedad de las heredades, dedicadas a los usos silvopecuarios.
Domina la dehesa, de pastos y arbolados.
Los robles de semilla se hallan junto a las casas -porcino- y marcando lindes -derechos y propiedades.
La degradación por actividades de esparcimiento es menor que en otras zonas, pero se ha establecido una actividad caballar, discrepante con los usos tradicionales y poco acorde con la relativa magrez de la región.

Hasta la vista. El camino se aleja, se estrecha y finalmente desaparece.
Han sido más de 50 imágenes comentadas.
Si alguien me preguntara: "¿por qué te gusta la botánica?", ahora creo tener una respuesta. Las plantas y su estudio me permiten cultivar las ilusiones.
La primera ilusión es la de poder esperar, claro, que la yema germinal que un día fuímos, el asombro de las primeras luces y sus sombras, todavía no se haya secado.
La naturaleza es la fábrica de los sillares de la admiración, fuente inagotable de maravillas y enigmas; y no hay nada como acercarse a esas maravillas, que, como una tímida avecilla, tanto más se alejan cuanto más las rondamos.

Texto y fotografías: Ⓒ Romà Rigol